Superando las Resistencias a la Meditación
Esta semana, quiero abordar con vosotros un tema fundamental para quienes están comenzando o desean profundizar en cualquier de sus prácticas pero especialmente en la práctica de meditación: las resistencias más comunes al meditar y cómo superarlas.
Cuando comenzamos a hablar sobre la meditación, no es raro encontrarnos con personas que nos responden con cierto escepticismo o que incluso se excusan.
Comentarios como “no tengo tiempo”, “no puedo dejar la mente en blanco” o “no es para mí” son respuestas típicas incluso en ocasiones en que no se ha realizado ninguna pregunta. Sin embargo, muchas personas comienzan su propia negociación interna con un “por qué no”, antes siquiera de plantearse un “cómo crear un espacio para el sí”.
Si bien la meditación puede ser un reto, lo cierto es que todos podemos superar estas resistencias que nos surgen durante todo el proceso de iniciación y que nos van a acompañar durante todo natura vida.
¿Cuántas veces escuchamos a deportistas profesionales diciendo que tienen días en los que lo último que les apetece es entrenar?
Lo mismo nos va a ocurrir a nosotros pero eso no quiere decir que no podamos superar estas resistencias y beneficiarnos de las prácticas que decidamos incluir en nuestras vidas.
A continuación, vamos a explorar juntos algunas de las resistencias más habituales y cómo podemos afrontarlas de manera realista.
1. Falta de Tiempo y Espacio
Una de las razones más comunes es la sensación de que no tenemos tiempo para meditar. En un mundo donde siempre estamos corriendo de un lado a otro, encontrar un espacio tranquilo para la meditación puede parecer imposible. Pero la verdad es que la meditación no requiere sesiones largas: cinco minutos pueden ser suficientes para empezar. Mi truco personal fue hacer de la meditación lo primero que hago cada mañana, antes de que las distracciones del día me absorban. Es un momento innegociable conmigo misma.
Solución: Busca pequeños huecos, ya sea al levantarte, en tu descanso de comida o antes de dormir. La clave está en la constancia, no en la duración.
Es importante que tengamos en cuenta que cinco minutos al día no suele ser suficiente para notar un cambio profundo en nuestra mente. Sin embargo, sí que nos va a servir para empezar a crear un espacio en nuestra vida para la meditación. El objetivo de empezar con 5 minutos es aumentar hasta conseguir llegar a 20.
Podemos aumentar a 30-45-60 minutos si queremos con el tiempo. Sin embargo, 20-30 minutos al día suelen ser suficientes para notar cambios y obtener los beneficios que buscamos.
2. Resistencia Mental
Otra resistencia muy frecuente es la creencia de que no podemos controlar nuestra mente y que los pensamientos se multiplican cuando intentamos meditar. Es normal que al principio sientas que tu mente no para. No debes luchar contra tus pensamientos, sino observarlos y dejarlos pasar. Al fin y al cabo, la meditación es como entrenar un músculo; cuanto más lo practicas, más fuerte se vuelve tu capacidad de mantener el foco.
Solución: Cuando tu mente se distraiga, tráela de vuelta suavemente, como si estuvieras fortaleciendo tu músculo mental con repeticiones.
Trátate con cariño cuando veas que tu mente se distrae. Date cuenta y vuelve al objeto de su observación. La cuenta atrás que estamos trabajando por ejemplo o la respiración… Simplemente vuelve.
3. Expectativas Irrealistas
Muchas personas abandonan la meditación porque esperan resultados inmediatos o experiencias místicas desde la primera sesión. Sin embargo, la meditación es un proceso gradual. No necesitas alcanzar un estado de calma perfecta en cada sesión. La meditación es una invitación a estar presente, a observar sin juzgar lo que ocurre en tu mente.
Solución: No te preocupes por los resultados. Deja a un lado las expectativas y enfócate en ser constante, independientemente de la experiencia de cada día.
4. Miedo a Enfrentarse a Pensamientos y Emociones
Para algunas personas, la meditación puede generar miedo, ya que nos invita a explorar partes de nuestra mente y emociones que solemos evitar. A veces, sentarse en silencio nos obliga a ver aquello que hemos estado suprimiendo. Sin embargo, enfrentarnos a estas emociones es clave para la transformación personal y el crecimiento.
Solución: Afróntalo con compasión. La meditación es un espacio seguro para dejar que tus emociones salgan a la luz, sin miedo ni juicio.
5. Falta de Motivación
A veces, puede ser difícil encontrar la motivación para meditar, sobre todo cuando ya tenemos mil cosas en nuestra lista de tareas. Pero es importante recordar que meditar no es una carga adicional, sino una forma de aliviar el estrés y mejorar nuestra salud mental.
Solución: Establece metas pequeñas y manejables. Como decíamos antes, incluso cinco minutos de meditación diaria pueden generar grandes cambios a largo plazo.
Superar las resistencias a la meditación es posible y está al alcance de todos. No te preocupes si tu mente se distrae o si no puedes encontrar el tiempo perfecto. Lo importante es dar pequeños pasos, ser paciente contigo mismo y recordar que la meditación es un proceso de crecimiento constante. Cada sesión cuenta, incluso si no parece “perfecta”.
Pregúntate: ¿Qué resistencias has encontrado en tu práctica de meditación?
Para quienes comenzaron la semana pasada con la técnica de concentración de 100 a 0, les recomiendo continuar con ella. Es una herramienta sencilla pero muy poderosa para entrenar nuestra mente y comenzar a observar nuestros pensamientos sin juicio. Si sientes que aún es un desafío, no te preocupes, la práctica constante es la clave. Vamos a seguir utilizando esta técnica durante la próxima semana para fortalecer nuestra práctica de meditación y, poco a poco, entrenar nuestra mente para enfocarse en el presente. Cada vez que la mente se distraiga, trae tu atención de vuelta a la cuenta regresiva, de manera suave pero firme.
Recuerda: meditar no es hacer las cosas “perfectas”. Es un proceso. Así que sigue practicando y déjate llevar por el viaje.
Namasté.
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Créditos:
Fotografía de Bokeh.mo