¿En qué consiste el equilibrio?

¡Bienvenidos de vuelta! Durante las últimas cuatro semanas hemos explorado los cimientos del burnout, el estrés y cómo estos afectan nuestra vida diaria. Hemos hablado de sus causas, su impacto en el cuerpo y la mente, y cómo estas dinámicas se entrelazan con nuestra realidad. Pero este es solo el inicio del viaje.

A partir de ahora, es hora de dar un giro. Sabemos que el estrés crónico y el burnout tienen raíces profundas, pero también vamos a aprender que tenemos a nuestro alcance diversas herramientas para recuperarnos y mantener el equilibrio de nuestro sistema nervioso, incluso en los momentos más complicados. ¡Y este es el verdadero camino que me gustaría recorrer con vosotros!

Hasta aquí, hemos estudiado los aspectos biológicos, neurológicos y sociales del estrés y el burnout y hemos comenzado a entender - por ahora de una forma bastante superficial - en qué consiste el sistema nervioso y por qué vamos a estar hablando tanto de él. 

Sin embargo, a medida que avanzamos, nuestro enfoque cambia: pasamos de entender el problema a abordar soluciones prácticas. Y aunque seguiremos explorando la neurociencia y otras disciplinas, ahora comenzaremos a introducir en nuestra vida diaria métodos efectivos para restablecer el equilibrio de nuestro sistema nervioso.

Me gustaría comenzar con una cita de uno de los psiquiatras más famosos de Estados Unidos, el Dr. Daniel Amen que dice lo siguiente: 

“Tu cerebro es el órgano más importante de tu cuerpo cuando se trata de felicidad, éxito y longevidad. Cuídalo y cambiarás tu vida.”

Esta frase captura la esencia de lo que comenzaremos a practicar: el cuidado consciente de nuestra salud cerebral y mental, entendiendo que somos tan responsables de ellas como lo somos de cualquier otra parte de nuestro cuerpo. Esta perspectiva nos empodera para tomar acción y cuidar de nuestro cerebro con intención, sabiendo que hacerlo puede transformar nuestro bienestar actual y futuro. 

Para ello, vamos a incorporar una serie de prácticas holísticas, diseñadas para que nuestro sistema nervioso funcione en armonía. 

Meditación
La meditación es una práctica que nos ayuda a conectar con el momento presente y a reducir el ruido mental. Se ha demostrado que meditar regularmente disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que a su vez promueve un estado de calma y favorece la actividad del sistema nervioso parasimpático, responsable de la relajación. Estudios han vinculado la meditación con una mayor capacidad para gestionar el estrés y mejorar el bienestar general. Incluir unos minutos de meditación diaria puede marcar una gran diferencia en nuestro equilibrio emocional. Además, una práctica habitual de meditación durante 8 semanas, tiene la capacidad de modificar la fisonomía del cerebro fortaleciendo las áreas que están vinculadas con la atención, la resiliencia y la gestión emocional.  

Mindfulness
El mindfulness, o atención plena, es otra herramienta poderosa para regular el sistema nervioso. Se trata de prestar atención consciente al momento presente sin juzgarlo, lo que nos permite reducir el estrés y desarrollar una mayor resiliencia emocional. Al practicar mindfulness, se activa el sistema nervioso parasimpático, creando espacio para que el cuerpo y la mente se recuperen del estrés acumulado. Es una práctica sencilla que puedes incorporar en cualquier momento del día, como al comer, caminar o incluso trabajar.

Respiración
La respiración es una de las maneras más rápidas y efectivas de influir en nuestro sistema nervioso. Respirar profundamente, especialmente con técnicas como la respiración diafragmática o la respiración consciente - como la que llevamos trabajando unas semanas -, envía señales al cuerpo de que estamos a salvo y podemos relajarnos. Esto activa el sistema nervioso parasimpático y ayuda a reducir los efectos negativos del estrés. Incluir ejercicios de respiración en tu rutina diaria puede ser un ancla poderosa para mantener la calma durante momentos desafiantes. Además, cada vez disponemos de más estudios que muestran cómo podemos trabajar con la respiración para favorecer la concentración, la memoria, la escucha… La respiración es posiblemente la herramienta más potente que tenemos a nuestra disposición para la autorregulación. Merece la pena aprender a sacarle todo el partido posible. 

Deporte
El ejercicio físico es una forma natural de liberar tensiones y mantener en equilibrio nuestro sistema nervioso. Al movernos, liberamos endorfinas, las "hormonas de la felicidad", que ayudan a contrarrestar los efectos del estrés. Además, la actividad física regular reduce los niveles de cortisol y mejora la plasticidad cerebral, lo que significa que nuestro cerebro se vuelve más adaptable y resistente. Encontrar una actividad física que disfrutes, ya sea yoga, caminar, correr o bailar, puede convertirse en una herramienta esencial para tu bienestar mental y físico.

Alimentación
Una dieta balanceada tiene un impacto directo en la salud del cerebro y el sistema nervioso. Los alimentos ricos en antioxidantes, grasas saludables, vitaminas y minerales no solo nutren el cuerpo, sino que también proporcionan los nutrientes necesarios para un cerebro sano. Como lo menciona el Dr. Daniel Amen, una alimentación adecuada es crucial para optimizar la función cerebral y proteger el sistema nervioso de los efectos dañinos del estrés. Comer conscientemente y evitar los alimentos procesados puede marcar la diferencia en nuestro bienestar.

Esta parte de la conversación suele ser la más controvertida y, sin embargo, es una de las grandes claves para nuestra salud tanto física como mental. Todos entendemos que si alguien tiene una alergia, no debe comer un alimento pero, ¿qué hacemos cuando un algo tan normalizado como una cerveza los fines de semana, unas tapas fritas o una copa, están cada vez más vinculados con enfermedades como cáncer, alzheimer, demencia…? Controversia o no, merece la pena profundizar en los efectos que determinadas sustancias tienen en nuestro cuerpo y encontrar qué es lo mejor nos funciona a cada uno. 
Hidratación
Aunque a menudo es subestimada, la hidratación es esencial para el funcionamiento óptimo del sistema nervioso. El agua es necesaria para el transporte de nutrientes y la eliminación de toxinas en el cerebro y el cuerpo. Incluso una leve deshidratación puede afectar negativamente nuestro estado de ánimo, energía y concentración, lo que puede aumentar la sensación de estrés. Asegurarnos de beber suficiente agua a lo largo del día es una de las prácticas más sencillas y efectivas para mantener nuestro sistema nervioso en equilibrio.

Gestión emocional y de pensamientos
El diálogo interno y nuestras emociones tienen un impacto directo en nuestro bienestar. Como mencionamos en semanas anteriores, nuestras reacciones al estrés no siempre provienen de factores externos, sino que pueden ser desencadenadas por nuestros propios pensamientos. Aprender a identificar y gestionar estos pensamientos y emociones de manera saludable nos ayuda a evitar que se conviertan en fuentes crónicas de estrés. Técnicas como el journaling o llevar un registro de emociones pueden ser útiles para identificar patrones y gestionar mejor nuestras respuestas. 

Descanso
El descanso es fundamental para el equilibrio del sistema nervioso. Durante el sueño, el cuerpo se repara, se consolidan los recuerdos y el cerebro elimina toxinas acumuladas. La falta de descanso adecuado puede llevar a un desequilibrio en el sistema nervioso, aumentando la irritabilidad, la fatiga y la susceptibilidad al estrés. Es importante priorizar un sueño reparador y asegurarse de tener momentos de descanso a lo largo del día para que el cuerpo pueda recuperarse del desgaste diario.

Al incorporar estas prácticas en nuestra vida diaria, comenzamos a cuidar de nuestro sistema nervioso de una manera más intencional. Cada una de ellas – desde la meditación hasta la gestión emocional – nos ofrece herramientas para reducir el estrés y fortalecer nuestra capacidad para enfrentar los desafíos diarios. Como hemos visto, nuestra salud mental y cerebral es algo que podemos nutrir, igual que cuidamos cualquier otro aspecto de nuestro cuerpo. Tomar acción ahora, aunque sea con pequeños cambios, puede tener un impacto profundo en nuestro bienestar a largo plazo.

A lo largo de las próximas semanas, nos adentraremos más en cada una de estas prácticas. Empezaremos la semana que viene explorando qué es la meditación y cómo puede ayudarnos a equilibrar nuestra mente y cuerpo.

Te espero para seguir caminando juntos en este proceso de reconexión y autocuidado. ¡Nos vemos la próxima semana!

Namasté


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Vida Consciente no es un servicio de psicología. La información y las prácticas que ofrecemos están destinadas a promover el bienestar general y no sustituyen el diagnóstico o tratamiento profesional de salud mental. Si identificas síntomas graves de burnout u otros problemas de salud mental, te recomendamos encarecidamente que busques la ayuda de un profesional cualificado que pueda proporcionarte la orientación y el tratamiento adecuados. Tu salud y bienestar son nuestra prioridad, y un profesional de la salud mental está capacitado para brindarte el apoyo necesario.


Créditos:

Fotografía de JJ Jordan

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